Volcán Tajogaite. Año II

Volcán Tajogaite. Año II

Aquel 19 de septiembre de hace dos años, los que pudieron conciliar el sueño, cerraron los ojos con el corazón lleno de miedo y de incertidumbre. Hoy, dos años más tarde, cerramos los ojos de forma mecánica, habiendo normalizado la incertidumbre y la desesperanza, con muchas más dudas que hace dos años, conscientes de la incapacidad que hemos demostrado para dibujar un futuro para el Valle.
Se cumplen dos años de la erupción del volcán Tajogaite, con numerosos asuntos por resolver aún o más bien sin nada resuelto definitivamente. El paso del tiempo no puede cerrar en falso la gestión de la emergencia en los días previos a la erupción. Hace meses, desde Movimiento Alternativo Electoral (MAE) lamentábamos que se acabara la legislatura sin que dos grupos parlamentarios o la quinta parte de los miembros del Parlamento de Canarias, hayan instado la creación de la comisión de investigación sobre este asunto que presenta un excepcional interés público pensando también en evitar que se vuelvan a dar los errores cometidos en futuras situaciones de emergencia con riesgo para la población, e instábamos públicamente a que el Parlamento de Canarias que resultara de las elecciones del pasado mayo acuerde la constitución de una Comisión al efecto.

Pasan los meses, cambian los gobiernos y seguimos sin una hoja de ruta definida, sin tener claras las prioridades a corto, medio y largo plazo. Seguimos sin una respuesta habitacional digna a las personas que habitan contenedores y cabañas de madera. Ni siquiera conocemos qué plan hay para la construcción de vivienda pública y a los ojos de todos está que nada se está construyendo. Lo que a priori se mostró como una prioridad: la ordenación territorial del municipio de Los Llanos de Aridane, hoy vuelve a revelarse lejana, casi una entelequia y sin una ordenación del suelo terminaremos convirtiendo en definitiva lo que en principio no era más que la solución habitacional “urgente”.
Todos observamos con pasividad o más bien con resignación (no resiliencia) el vaciamiento de nuestros pueblos, cada día se publican decenas de ofertas de trabajo sin que exista una base poblacional que pueda cubrir nuestras propias necesidades. El turismo ha desaparecido prácticamente, todos hemos sido y somos testigos de ello, y aún no hay un marco jurídico que regule el espacio ocupado por las lavas que determine lo que se protege y lo que es susceptible de recuperación para el uso agrícola y residencial y demás actividades que sean apropiadas. Seguimos en estado de parálisis.


Las cosas, como es costumbre y tradición en esta isla, terminarán consolidándose por la vía de los hechos, de tal forma que, si bien no sabemos aún qué proteger ni porqué, es probable que cuando se tomen decisiones al respecto no haya nada que proteger.
No se abordan los problemas directos como la pérdida de propiedades, su estatus jurídico, o la necesidad o no de protección… pero tampoco los indirectos como puede ser el gravísimo problema de la falta de suelo industrial que sin duda ya está ralentizando y agravando los costes de cualquier intento de reconstrucción, la incomunicación del barrio de Las Manchas, mientras se sigue intentando arreglar (ya veremos cómo queda) la carretera de La Laguna a Las Norias, o el problema de gases de Puerto Naos y La Bombilla, problema al que ni uno solo de nuestros gobernantes se ha enfrentado y que parece haber caído en el olvido de todos.


Dos años después del inicio de la erupción toca preguntarse si se sabe lo que se quiere para el lugar. Acaso hay una planificación o una estrategia, qué Administración asume el impulso del proceso de reconstrucción, se decide en La Palma o fuera; qué y cómo empezar de nuevo, porque no podemos quedarnos en las ayudas, que no son más que una contribución a paliar el daño sufrido. Nuestra gente necesita poder desarrollar sus proyectos vitales como hasta ahora o cómo decidan particularmente, pero encontrase con su propiedad secuestrada como sufren hoy, no es la solución a nada sino alargar en sus vidas el paréntesis que se inició el 19 de septiembre de 2021.
Estos últimos días hemos oído a nuestros gobernantes locales elogiar de nuevo el magnífico comportamiento y ejemplo de civismo que todos los habitantes del Valle demostraron hace dos años, hemos escuchado también que no hemos perdido la ilusión, que las cosas no volverán a ser como antes, pero eso no significa que no puedan ser mejores. Discursos vacíos…. Con el tiempo transcurrido, e incluso el cambio político que hemos vivido en la isla, ya sólo nos valen las fechas, los plazos, los números, las normas y las dotaciones presupuestarias, todo lo demás, sobra.
Hemos escuchado también a algún que otro representante público hablar de la necesidad de superar el aldeanismo, una palabra que quizás no guste, pero que define a la perfección la política local de nuestra isla y la mentalidad de muchas de sus gentes.
Puede que no sea el momento idóneo para pedir a los habitantes de este Valle que deslocalicen sus pasiones y sus intereses, pero lo cierto es que mirar en global y planificar juntos (los tres municipios, e incluso la isla entera) no es sólo lo más inteligente, sino la única opción posible. Sun Tzu decía que “la victoria está reservada para aquellos que están dispuestos a pagar su precio”, un precio individual y colectivo, un precio que tenemos que demostrar que estamos dispuestos a pagar.

Sería un error estratégico no apostar por la puesta en valor de la erupción y del territorio resultante que presente interés colectivo, ya sea por valores científicos o paisajísticos que sean susceptibles de aprovechamiento económico porque apostamos por convertir una catástrofe en una oportunidad de desarrollo. Así ha sido en anteriores ocasiones, ahora toca adaptarse a los tiempos actuales, idear y crear frente al no hacer establecido, no dar la espalada a ese recurso natural sino incorporarlo a nuestro desarrollo porque las singularidades de esta isla son las que nos harán progresar. Para ello hay que saber lo que se quiere y cómo lograrlo. Sin embargo, el no hacer o hacer lo mismo no nos sacará de esta crisis.

Dulce García
Portavoz de Movimiento Alternativo Electoral (MAE)

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